Literatura
Poesía en tiempos de pandemia
Poesía como pan
Medio pan y un libro, decía Federico García Lorca. Así, con el poeta en mente, reflexionemos sobre la necesidad imperiosa de alimentar el alma de la escuela, de darle esa parte de humanidad que se pierde entre mascarillas, distancia social y lavado de manos insistente.
Paremos a respirar y pensemos en cómo y qué ofrecer a cada grupo. Repensemos cómo derribar esa distancia mental, que ofrece sin duda una resistencia mucho más complicada. Veamos algunos de los puntos que deberíamos tener en cuenta antes de mirar las propuestas poéticas prácticas, qué buscamos con ello:
a) El contacto o humanizar la escuela
Será necesario reinventar la manera de transmitir la belleza, de buscar el contacto con otros grupos, de colarnos en otras aulas… Es decir, buscar la manera de restaurar el contacto cuando se prohíbe el contacto físico y real. Humanizar y hacer presente al otro, pensar en el resto, en los compañeros a los que no pueden tocar, ni jugar, ni…
La necesidad de humanizar y embellecer las prácticas didácticas, de buscar una escuela más poética, humana, lúdica y bella, donde la palabra sea el puente que me une al resto de personas cuando no puede hacerlo el abrazo o el juego.
Usando los recursos que pone la tecnología en nuestras manos y la imaginación podemos hacer muchas actividades poéticas que ayuden a este contacto, a sentir presentes a los compañeros de otras clases aunque no podamos jugar con ellos en el patio ni vernos ni tocarnos como antes.
b) La intervención del espacio
Buscar la intervención del espacio, que la infancia se apropie de ese espacio que es suyo, la escuela-biblioteca, pero que ahora se encuentra sitiado por la normas. Permitir que, con acciones puntuales y controladas, puedan hacerse dueños y presentes en ese entorno.
Aprovechemos también el aire libre: salgamos al patio y permitamos que la vida suceda en ese otro entorno más seguro.
c) Dejemos que la poesía conecte con las emociones
El carácter catártico de la poesía, expresar a través de la escritura, leer poemas que conecten con las emociones sentidas, que permitan expresar todo lo que se ha ido quedando guardado. Buscando la manera de abordarlo, eligiendo el poema correcto o el juego creativo.
¿Qué sentirá esta infancia que ha sido confinada? Y ahora, ¿qué sentirán cuando ven los parques precintados pero las terrazas llenas de gente? ¿y cuando ven que ellos han de llevar la mascarilla todo el día pero si van a tomar algo pueden estar juntos y sin ellas? ¿Qué tendrá que decir la infancia a todas estas injusticias, a este desdén?
¿Les hemos preguntado si han tenido contacto con la enfermedad? Para muchos de ellos puede haber sido el primer contacto traumático con la idea de la muerte.
La poesía nos facilitará mucho ese camino, ya sea como catarsis, como válvula de escape, como herramienta lúdica o para suscitar el diálogo y la conversación.
d) Acunar con la voz
¡Cuánta falta hace la poesía! Siempre, pero hoy más que nunca. Esa belleza que acuna como un salmo. Ese poema como un “cura sana” que nos limpie las heridas. Ofrezcamos la poesía como esa palabra que es una gasa, que calma, cura y canta. Dejemos la poesía al alcance de la infancia, dejemos que “pierdan” el tiempo leyendo poesía.
La poesía florece en los tiempos de la pandemia de la COVID-19 como un canto a la vida y un antídoto contra la desesperanza, afirman a Efe dos poetas exiliados en Miami que reparten esta "medicina" con ayuda de la tecnología.
"Supongamos que la Tierra se termina. La última voz que presencia eso va a ser la de un poeta", dice rotundamente a Efe el periodista y bardo nicaragüense Ariel Montoya, quien ha compartido en redes sociales "Coronavirus", un largo poema que primero habla de las calamidades para luego recuperar el aliento.
También desde Miami, el cubano Andrés Pi Andreu, reconocido autor de literatura infantil, entrega en Facebook una pieza diaria de "Poemas para niños en cuarentena".
"Cuando viene algo tan sencillo y poderoso como una epidemia que te puede matar, te sientas a pensar que los países son como personas y que la humanidad es una misma", dice Pi por teléfono. Y agrega: "El encierro te da más libertad de pensamiento y de filosofar, tienes el tiempo para hacerlo porque la vida suele ir demasiado rápido".
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